Ya fue el 19 de Julio.
...Muchas cosas grandes ha habido desde entonces,
y seguirán habiendo cosas grandes.
Ernesto Cardenal, Ante una foto (frag).
A 32 años de la revolución popular sandinista, cuyo merito más importe fue el triunfo festivo del derrocamiento de una de las dictaduras dinásticas más crueles del siglo XX, las cosas en Nicaragua han cambiado.
Durante el día, mucho de lo que hice tuvo que ver con la efeméride. Me había preparado semanas antes para esto, había leído tanto sobre aquel 19 de Julio, creo en las palabras de Cardenal, García Márquez, Selser, Cortázar, de aquella fiesta nacional, de los guerrilleros, los tiros al aire de los fusiles armonizados con acordes de guitarras, banderas rojinegras, pero sobre todo ninguna pancarta de algún líder vivo, sólo mártires y héroes, protagonistas indelebles de la historia.
Es agradable ver que ya en las calles de Managua, no hay escombros –o por lo menos, no tan visibles-, no hay aviones bombardeando los barrios orientales, no hay operación limpieza, ni barricadas, la capital no está invadida por los muchachos con fusiles, vestidos de verde olivo, siempre alerta por la Guardia.
Lo que parece anacrónico son las banderas, los colores del frente, -cómo si el tiempo no hubiera pasado- me dije a mi mismo, mientras mi madre narraba el guión cinematográfico de mi “suicidio”: ir a la plaza, yo, un oligarca, nalguitas rosadas, ¿cómo era posible? Si me hubiesen dicho que esto ocurriría hace 2 meses, me hubiera burlado de mi interlocutor en su propia cara. Eso le dije al profe- mascullé para tranquilizar a mi mamá – Sólo veo el ambiente unos minutos y el discurso me lo lanzo en la casa.
Y así fue, llegaban entonces, las comisiones de buses a la Plaza de la Fe, La Juan Pablo II, algunos vacíos pero con banderas rojinegras, otros llenos hasta la zapatilla de personas disfrazadas con camisas del Che, de Sandino, del FSLN, de FNT, camisas que decían JS19, o con alguna consigna propia del partido de gobierno coloreada con la iconografía psicodélica que desde 2007 ha tergiversado toda la escritura publicitaria del Estado. Cada paso me acercaba a un mundo insípido para mi gusto, latas de cervezas y bolsas de agua vacías, botadas en las cunetas, en las calles; Gordas mercaderes bajo toldos pendientes de unos peroles humeantes, vendiendo chancho con yuca, pollito frito, tajadas con queso y ensalada… Las Coca-Colas bien heladas –Las aguas negras del imperialismo yankee—eran ofrecidas a todo el que pasaba a precios muchos mayores que en la pulpería.
Y bajo ese sol inclemente de las 2:30 de la tarde, me rendí. Caminar las 3 cuadras que me faltaban –De la Cancillería a la Plaza-, ya era imposible. De verdad me asombré, no creí que tanta gente estuviera llegando, no creí que el FSLN tuviera tanto “apoyo” – Digo “apoyo”, porque no encuentro otra palabra, días después me contaron que un tío fue a la plaza, digo, tuvo que ir-, no entiendo porque la gente aguantaría el olor a sudor entremezclado con guaro y vinagre de ensalada que se inhalaba en el ambiente, pero me llevé una certeza, un certeza que me desanimo: La elección presidencial la tiene ganada el Frente.
Aunque, Nicaragua, es un país de sorpresa, y quién sabe, en el 90 nadie se lo esperó y las plazas se llenaban.
Bastante conmocionado por el ambiente, me devolví donde mi mamá. Ella había aparcado el carro por el cementerio que queda cerca de SERVIGOB. Lo abordé todavía pensando en lo que escribió Cardenal de aquel 19 de Julio, “En el planeta vuelve a ser otra vez 19 de Julio/ Otra vez después del triunfo” y me costó resígname a darle razón.
Cuando llegué a mi casa, el acto no había comenzado. Ya estaba a salvo de aquel hedor espantoso, pero no estaba menos conmocionado, decidí esperar los discursos viendo un documental de la revolución popular sandinista en sus últimas etapas, en su Ofensiva Final.
Antes de terminar el documental, puse Canal 4 –que suerte la mía, minutos después la señal se “averió”, y sólo canales afines al gobierno tenían la señal- pues ya era tiempo, y efectivamente, comenzaron las palabras de Doña Rosario Murillo a las cuales no les di mucha importa, por debajo de su voz jadeante se escuchaba como tocadiscos el hit de la campaña: “Nicaragua triunfará”, una versión propagandística de la canción Stand By Me, que al propio Ben E. King le pareciera disconforme y arrítmica.
Rigoberta Menchú, la premio Nobel de la Paz de Guatemala, felicitó a Daniel Ortega y a la revolución en su efeméride y entre sus palabras, olvidó nombrar a los mártires, como si el nervio de hablar ante tanta gente le hubiese borrado el disco y sólo se acordase del presidente. Así también habló el líder de partido comunista cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y Aristóbulo Istúriz, del partido socialista venezolano, quién leyó una carta de Hugo Chávez sobre el aniversario.
En destellos casi-flashbacks, llegué a pensar que lo que escuchaba en la televisión era del real 19 de Julio, del de 1979, las ráfagas de disparos al aire de los compitas jubilosos recién llegados de la montaña, pero cuando alcé la mirada al televisor vi que era pólvora, cohetes que habían sido patrocinados para la festividad o para la campaña, eso no me quedó claro, aunque al final, creo que ahora es lo mismo.
Antes del discurso del presidente, parecía planeada – aunque ahora que lo pienso, pudo ser una coincidencia, una grosera coincidencia-- la sucesión musical: Que se redamen las copas, aquella canción testimonial de los de Palacaguina sobre una plática de Sandino con Sacasa y el heroísmo del primero ante los yankee invasores; seguido, por el retrogrado Gallo Ennavajado, ensalzando al actual presidente, en su actual campaña para el próximo período.
Y comenzaron las porras y la parafernalia para el presidente, incitados por la primera dama. La gente gritaba: ¡Daniel! ¡Daniel! Como si fuera un cantante famoso, claro que toda aquella gente no clamaba por su timbre armonioso, ni por su afinación “espléndida”; Lo que querían era escuchar sus palabras, magnificar su liderazgo, su figura. Esa pudo ser la razón por la que Tomas Borge, estuvo indiferente, inmóvil, como cohibido ¿Habrá visto que esta gente, jóvenes en su mayoría, no reconocían o recordaban la elocuencia de sus discursos, su carisma casi irrechazable se habrá venido a pique? Yo no más digo, por algo se habrá queda distraído.
Daniel comenzó a saludar a los países, Cuba, Venezuela, El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Vietnam, México, entre otros. Invitó a dialogo a Laura Chinchilla, homologa de Costa Rica, para preparar una brigada ecológica latinoamericana. Sus dones de maestro de ceremonias pudieron ser discutidos, cuando tratando de que la Juventud Sandinista le correara su Nicaragua triunfará – hubiese sido mejor, apegarse a el original “quédense conmigo” (Stand By Me)-, un ridículo silencio se profetó entre la multitud, hasta que luego de dos llamados, la gente le respondió.
Como esas veladas familiares de los colegios, donde los mejores deportistas a final del año son felicitados, llamó a todos los púgiles laureados afines al Frente, lo único que cambió aquí es que fueron los luchadores quienes felicitaran al partido e invitaron a votar por este en noviembre próximo. Pero Daniel no lanzó su campaña hoy. Estuvo muy ocupado solidarizándose por los bombardeos “humanísticos” de Estados Unidos contra la Libia de Kaddafi.
Y ahí el hombre se soltó, su antiguo discurso antiimperialista, socialista, salió a bailar en esa plaza bajo la luz de una concha acústica iluminada y revestida de flores. Y gracias a Dios –¡Sí! Los que antes fueron marxistas leninistas, anti-clericales, odiados por un monseñor que ahora los acompaña, hablan de Dios, y por si fuera poco, hasta citan al anti-comunista enemigo Juan Pablo II, el Papa ¿Quién lo hubiera dicho hace 32 años?- y a los terceristas hubo revolución en Nicaragua.
Una revolución que tiene continuidad en la juventud sandinista, y como en Nicaragua –sigo interpretando sus palabras, por si las dudas comienzan a atacarlos, queridos lectores- siempre hay un héroe, un tío, un hermano que dio su sangre santa que fue victoria, esperanza y luego realidad,-he terminado mi interpretación- devolvió 32 años en un segundo, para proclamar en un país en paz y “libre”: ¡Patria Libre o morir!
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