Quienes me conocen fuera de este espacio, sabrán que he estado recalcando mucho esta premisa:
Ahora todo el mundo habla de seguridad ciudadana. (Uy si... Uy si)
Y está bien que se haga. Realmente, temáticas como estas deberían de poblar nuestro qué-hablar (Digo, si hay qué-hacer, debe de haber qué-decir) diario.
El empoderarse sobre nuestro rol como ciudadanos, pequeños pilares de la sociedad, implica la construcción (triste utopía) de un estado que funcionase. Ya pues, dejemos los tecnicismos: Mientras más hagamos realmente para mejorar la situación de la seguridad de
"el país más seguro de Centroamérica", mejor estaremos. (Obvio, ¿verdad? Ahorita es cuando las quinceañeras lloran por la oración anterior y dicen que soy un Coelho o un libro de autoayuda) ;).
No me voy a detener a explicarles que es la seguridad ciudadana, porque si tienen internet y están aquí... JAJAJÁAAAA... bandidos ustedes. Creo que si es legitimo hablar de factores que agudizan esta temática: la lucha contra el narcotráfico regional (que por añadidura, trae consigo el tan hipócrita y doble moral debate de la legalización de las drogas), la violencia hacia la mujer, la trata de personas, etc.
Pero ¿qué podemos hacer, digo, para qué no nos bolseén en la 110? Ahí en los comentarios me pueden contestar.
En la pretenciosa búsqueda de estas respuestas, he llegado a una conclusión: He decidido irme a los asentamientos, a las bases de nuestra sociedad. Periferias olvidadas y aplazadas de la "civilización" a sajar información. Con la ayuda de 3 chavalas, me he propuesto la tarea de realizar un trabajo multimedia sobre las concepciones de la seguridad ciudadana, desde los asentamientos.
Aunque su publicación no va a estar totalmente lista durante el Festival de Blogs, los invito a qué posterior a ello, revisen nuestro trabajo.
Dejando la burocracia:
Saludos, perros del mal.