Siempre había querido asistir a un concierto de Alejandro Mejía, desde que, por curiosidad, escuché las rolas grabadas en vivo y compiladas de CPU (Contra Políticos Ultrajantes) allá como a mediados de 2009. Recuerdo que esa línea agresiva y belicosa combinada con puro sentimiento a la hora de plasmarlas en una lírica, me hizo quedar prendado a varias de sus canciones.
Sin embargo, habiendo tenido las oportunidades, fue hasta ayer - viernes, 3 de junio de 2011- que logré escuchar a Alejandro por primera vez en vivo. Fue un concierto acústico, bastante tranquilo diría yo. Con una audiencia de 30 personas, mas o menos, Mejía cantó al compas de su caja peruana; Horacio Alvarado le acompañó en la guitarra, y Osman Delgado en el violín.
Es increíble ver a alguien como Alejandro Mejía, quien a simple vista parece ser rudo y tosco, ser todo lo contrario. Noté en el concierto, por el ambiente ameno y jovial que se creó, que su personalidad y su sensibilidad hacía las diferentes problemáticas sociales y personales, le son trastocadas.
El concierto, de modalidad acústica, comenzó con una canción instrumental homónima a la banda actual de Alejandro, Carga Cerrada. Siguiéndole, No es chiche, una rola que habla sobre la difícil realidad que viven los pobladores de barrios como el Jorge Dimitrov o el Jonathan González.
Que te maten enfrente de tu mujer, es balurde, así explica el cantante antes de comenzar Reflexión; Criticó también la prostitución infantil en Granada y los traumas que provoca la trata de personas entonando: Infancia Destrozada, así como al pacto libero-sandinista conocido como la piñata con la conocida tonada Señor Gobierno.
Después de la ya conocida Inquisición Arrogante, Alejandro contó sobre su síndrome, el Síndrome de La Tourette, expresando –“me hice una canción pues yo”- previó a cantar Síndrome de la Tourette. Ese fue tal vez, el momento más emotivo de cuando, terminada la canción, todos en el público nos ovacionamos a Alejandro.
Inmediatamente de Que no apaguen tu voz con golpes, cuya letra invita a reflexionar sobre la violencia intrafamiliar, continuó entonces: La herida –Rola popularmente conocida por que a mediados del año pasado fue re-grabada y filmada en video-. Y el Niño Chureca, que habla sobre la vida y realidad de la infancia en aquel ambiente.
Como es costumbre de Mejía, Ladrón y Cuenta Nueva fue dedicada a los diputados y asamblea nacional: “Aunque se vista de seda... Juelaciemputa se queda”. En la recta final del concierto, Alejandro cantó Natividad Canda y el Circo Tico Romano, que justamente concuerda con la reapertura del juicio a los implicados de la muerte del nicaragüense en Costa Rica.
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2 comentarios:
Pasé saludándote. Saludos, compa.
Muy bonito el escrito. Yo también estuve en ese concierto y es cierto, fue acogedor y emotivo.
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